lunes, 6 de octubre de 2008

Dos en la carretera

No recuerdo cuando empezamos a caminar juntos ni cuando supimos que la inocencia se nos derrumbaba a nuestros pies, no consigo comprender cuando se nos acabó los pases para la felicidad ni cuando hicimos uso de ellos. No pude ver la diferencia entre el deseo y la obsesión que significaba poder besarnos cada día.

¿Sabrías decirme el momento exacto en el que comenzamos a delirar y a echarnos tanto en falta?, ni yo lo sé.

El tiempo supo corregirme aquellas palabras que en su día te dije, me sobraron pocas exclamaciones y me faltaron muchos sentimientos por decirte cuando cruzaste la línea entre tú y yo.

¿Aún lo recuerdas verdad?

Recuerdo como contábamos historias que nunca juramos decir a nadie, que solo podían ser nuestras, trazando líneas en las estrellas para recordar el camino de vuelta si uno de los dos se perdía. Recuerdo como nos gustaba reír y saborear cada momento como si fuera único e irrepetible sabiendo que tarde o temprano acabaríamos discutiendo por quien contaría nuestras anécdotas cuando hubiésemos muerto.

No recuerdo nada, porque ahora mismo mis recuerdos, lo único que me queda en esta vida se fueron con tu silencio, tus miradas vacías, tus curvas saliendo de mis ojos cada vez que querías darme celos. Queríamos tenerlo todo en lo que tardo en escribirte estas líneas para decirte que, aunque no te conocí todo lo bien que pude, aunque no supe decirte cuanto te extrañaba cuando salías por las noches a buscar en los rincones de tu oscuro amor, quiero que sepas que estoy llegando a la certeza de que me equivoque al pensar que seríamos efímeros y eternos el uno con el otro.

Nunca supimos jugar con las posibilidades que el destino nos ofrecía y ahora es demasiado tarde, ya es demasiado tarde para recordar que una vez nos queríamos y que teníamos suerte de habernos encontrado el uno con el otro.

Porque una vida sin ti, una eternidad de soledades.

A tus recuerdos y los míos.


No hay comentarios: